“El pan de $200 ha sido mi bendición”: Juan Carlos Olarte, propietario de Panadería Galán.

Todo inició el 28 de abril del año 2005 cuando Juan Carlos Olarte y su esposa, Sara Basa, abrieron una tienda en la carrera 12 con calle 14 después de vivir en Barranquilla. Esa pareja de recién casados llegó con muchas metas y sueños, pero su proyecto más próximo fue tener una microempresa que le permitiera hacer lo que más le gusta.

“Soy de Valledupar pero estuve 20 años en Barranquilla. Terminé mi bachillerato y empecé a administrar estaderos, billares, panaderías de mi familia allá. La Galanera se llama de ellas. Volví a Valledupar y empezamos el negocio. Era una tienda y nosotros la transformamos en panadería, vimos la oportunidad porque es un sector bancario, comercial y está la Gobernación. Pero como negocio nuevo había que consolidarlo y darlo a conocer. También fue la oportunidad de abrir un nuevo mercado”, dijo.

Juan Carlos reconoció que desde el principio fue duro porque no vendían todo el pan que sacaban para la tienda y por eso tuvieron que tratar de venderlo por fuera, sin saber que más adelante generarían una ruta que poco a poco se expandió, obteniendo una gran demanda.

Juan Carlos, explica cómo hicieron al inicio.

“Mi esposa me decía que el pan que quedara del día me lo empacaba y lo vendíamos a amigos y familiares. Debido a que las ventas eran bajas y había unos compromisos qué cumplir. Entonces salíamos el otro día a venderlo y generamos nuevos clientes. Se fue organizando como una ruta y llegó un momento en el que despegó, pero los clientes que hacía en la ruta no quería que los dejara de atender. Entonces había que hacer el pan para la tienda y para la ruta”, manifestó.

Fue entonces cuando apareció su hermano Sergio Luis Olarte, quien se encargó de cumplir con la ruta. Es así como fue necesario buscar un nombre para poder timbrar el empaque.

“Cuando fui a registrar el negocio en la Cámara de Comercio, la idea era ponerle panadería La 12, pero había muchos nombres así, entonces me hicieron la sugerencia de cambiarlo. Me tomé unos minutos y me acordé del pueblo de donde son mis padres (Galán, Santander) y el negocio que tienen en Barranquilla. De ahí salió Panadería Galán”.

Una empresa en la que todos se ayudan

Aunque sus ganas de trabajar y seguir viendo crecer el negocio se mantenían intactos, Juan Carlos vio que no era nada fácil hacer microempresa. Por un lado, tener la responsabilidad de pagar impuestos y salarios, y por el otro estaba la delincuencia.

“Lastimosamente aquí a quien ven avanzando lo primero que asumen es que está lleno de dinero, pero es todo lo contrario. Primero uno se llena de compromisos, de deudas, para sacar el negocio adelante. Los bancos, deudas con amigos, entonces comenzar es difícil. A veces uno abandona hasta la familia por ese emprendimiento y resulta que esa misma delincuencia lo lleva a pensar en abandonar”, reflexionó.

Sin embargo, le valió más el empuje y la determinación para continuar el camino al éxito. Poco a poco la gente hablaba sobre el producto, ese pan de 200 pesos que es bueno, y esto generó que los comerciantes llamaran y crecieran las ventas. Ese ‘ocañero’ le ha dado de todo. “El pan de $200 ha sido nuestra bendición, es el que más vendemos, con el que empezamos”, añadió.

En el barrio Primero de Mayo: segunda sede

Todo seguía marchando bien, pero la panadería mostraba sobrecupo. Fue así como pensaron en abrir otra sede, que curiosamente aperturaron en la misma fecha: un 28 de abril pero del año 2009 en el barrio Primero de Mayo. Era una casa que fue acondicionada para continuar las labores de la empresa. Además de tener un panadero se necesitaba un contador, su auxiliar, departamentos de producción, de empaques y ventas.

“Se hizo ahí el proceso y gracias a Dios afianzamos, sacamos nuevos productos, abrimos nuevas rutas. Ingresamos a otras poblaciones. La idea era seguir dando a conocer la marca. Entonces ya éramos de 25 a 30 personas”.

Luego vino la separación con la primera sede, donde se produce y se vende.

El pan de mantequilla es otro de los productos más pedidos en Valledupar

La bodega

Buscando más espacios por la cantidad de demanda y operaciones diarias propias del éxito, Juan Carlos Olarte se vio obligado a buscar una tercera sede: la bodega. Un sitio ubicado en la calle 44 donde ahora laboran cerca de 52 personas. Hay talento humano, contable, administrativo, de producción y buenos equipos. Pero así mismo más compromisos.

“Indirectamente también generamos otros empleos porque hay muchos que compran el producto y lo venden en otros sitios. La experiencia ha sido bonita, hubo muchos tropiezos, pero al ver todo lo que hemos recorrido y hoy ser una marca reconocida en la región lo hace a uno comprometerse más, a seguir creciendo y mirar que con ese pan de $200 logramos darles una estabilidad a varias familias en Valledupar. Porque el tema del trabajo es difícil, con esto aportamos un poquito al desarrollo de nuestra tierra”, expresó.

Una de las situaciones que más recuerda Juan Carlos Olarte, propietario de Panadería Galán, es que empezaron vendiendo pan a pie, luego consiguieron una bicicleta para hacerlo un poco más rápido; después obtuvieron una motocicleta para esa labor y hasta su cuñado le prestaba un Renault para cumplir con la ruta. Hoy, tienen una flota de al menos 6 vehículos que distribuye el producto por toda la ciudad.

“Cubrimos Codazzi, sur del Cesar, la zona de Atánquez, Río Seco, en Villanueva, La Guajira tenemos mucha aceptación. Ha sido un trabajo enriquecedor. Algunas veces colaboramos con fundaciones, apoyamos a muchos con la educación, colaboramos en campañas en la margen derecha del río Guatapurí y siempre apoyamos la labor social en el Hogar del Niño”.

Así ve el futuro

Juan Carlos Olarte aseguró que trabaja fuertemente por cumplir con cada meta que se propone. “La idea es que el pan de $200 llegue a Barranquilla, por la experiencia de vida que tuve allá. En cinco años nos vemos más organizados, con nuevas metas, con otros planes de trabajo. Mi sueño es que todo se sostenga, el emprendimiento es nacer, crecer y sostenerse”, agregó.

Aunque reconoce que no es nada fácil, el dueño de ese pan de $200 motiva a muchos jóvenes y emprendedores de la región a que sigan adelante con sus propósitos.

“Constancia, con esa frase resumo esos 14 años que no han sido fáciles. De muchas luchas, sacrificios. Sí se puede, háganlo sin miedo. Es duro, difícil, pero es satisfactorio iniciar un proceso solo y hoy en día ver a un grupo de 50 personas al lado de nosotros. Nunca pierdan el sueño, sigan adelante, cuando tengan dificultades es porque van por el camino indicado”, concluyó.

Por Tatiana Orozco Mazzilli – @tatianaorozcoma

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