Con colchonetas en pasillos, hamacas colgadas, baños portátiles y alimentos recolectados por la comunidad, permanecen 86 indígenas del pueblo Kankuamo refugiados en la Casa Indígena de Valledupar. La emergencia humanitaria se desató tras un conflicto territorial con el pueblo Arhuaco en el predio Monte Sión, en el corregimiento de Sabana Crespo, que dejó como saldo al menos 17 viviendas destruidas y varios heridos, incluidos menores.
Desde el pasado 28 de abril, más de 40 familias, entre ellas 54 niños, fueron forzadas a abandonar su comunidad. “En estos momentos estamos en una crisis humanitaria. Tenemos escuelas cerradas, derechos vulnerados y familias confinadas sin atención adecuada. Necesitamos la intervención inmediata del Estado”, manifestó Jaime Arias Ramírez, cabildo gobernador del pueblo Kankuamo.
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Las lluvias han empeorado la situación: las goteras en el techo marcan las noches de esta población desplazada. Aunque instituciones como la Defensoría del Pueblo han iniciado acompañamientos humanitarios, el cabildo insiste en que las ayudas no son suficientes.

“El espacio no está adecuado para albergar a una comunidad en estas condiciones. Hemos logrado mínimamente adecuarlo con apoyos institucionales, pero no basta. Se requiere una respuesta rápida, antes de que la situación empeore”, añadió Arias Ramírez.
Según explicó, no hay aún una ruta de retorno clara. “Hasta que no haya un retorno digno con garantías para nuestras familias, seguiremos en asamblea permanente. Urge establecer un diálogo respetuoso entre pueblos hermanos y que las entidades del Gobierno Nacional respondan con celeridad”, afirmó.
La comunidad exige atención inmediata y un escenario de diálogo que garantice seguridad, reparación y condiciones dignas para regresar a su territorio ancestral.