“Los dulces mitigaron mi dolor”: la historia de dos madres víctimas del conflicto que convirtieron el sufrimiento en lucha y esperanza

Cada 9 de abril Colombia honra la memoria de quienes han sufrido las consecuencias del conflicto armado. Son más de 9 millones de víctimas en el país; detrás de esa cifra hay rostros, hay nombres, hay historias de dolor, pero también de resistencia. Desde Portal Enlace compartimos hoy la voz de dos mujeres valientes que decidieron transformar su duelo en fuerza para seguir adelante: Otilia Córdoba y Magola Esther Aguilar.

Otilia Córdoba, de 75 años, vive en Valledupar pero nunca ha olvidado sus raíces en el corregimiento Aguas Blancas, de Valledupar. Allí, el 5 de abril de 2004, la guerra le arrebató a su hijo Néstor Segundo Ospino Córdoba, un joven docente de 29 años. “Le dispararon por estar sentado conversando con un tendero. Murieron tres personas. Yo misma hice el levantamiento del cuerpo de mi hijo. Lo llevé en la silla hasta mi casa. No podía esperar”, recuerda con la voz entrecortada.

Aquel mismo mes, buscando una forma de resistir al dolor, Otilia se inscribió en la Feria del Dulce. Así nació su emprendimiento. “Los dulces mitigaron mi dolor”, repite, como una consigna de vida. Hoy lidera una asociación de un grupo de dulceras que mantiene viva la tradición vallenata y que se ha convertido en un refugio, una trinchera y una bandera para las víctimas.

Magola Esther Aguilar Martínez, de 53 años, también perdió a su hijo a manos de la violencia. Tenía apenas 25 años cuando fue asesinado, víctima de una venganza disfrazada de control territorial en el barrio La Victoria de Valledupar. “Lo mataron a dos cuadras de mi casa. Me tocó ir a recoger su cuerpo sola. Nunca más volví a pasar por esa calle”, cuenta con lágrimas contenidas.

Magola no se encerró en el rencor. Participó en procesos de reconciliación con mujeres víctimas y excombatientes. “El odio enferma. Hay que buscar la paz, pero una paz verdadera. A mí me mataron un hijo que no tenía nada que ver con la guerra. Y por eso, hasta el último día de mi vida seré una víctima que lucha por la memoria”.

Ambas hacen parte de las primeras líderes en procesos de víctimas en Valledupar. Su voz no solo es testimonio, también es una exigencia: que la verdad no se oculte, que la justicia no se olvide y que la paz no sea una promesa incumplida, así como dicen las víctimas en el país.

Post Author: Tatiana Orozco

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