Los recuerdos de Consuelo Araujonoguera siguen girando en el mundo vallenato

El jueves primero de agosto del año 1940, hace 85 años, nació en Valledupar Consuelo Inés Araujonoguera, hija de Santander Araújo Maestre y Blanca Noguera Cotes, quien durante su vida supo sembrar en terreno fértil para que su tierra amada fuera la más grande casa para la música vallenata.

Es así como sus recuerdos siguen girando por el mundo vallenato a través de canciones, versos, libros y su grandiosa gesta cultural y folclórica. Tampoco se olvida una de sus contundentes frases. “Confío en que el vallenato, el auténtico, el puro, el sacrosanto, no muera nunca de muerte natural y menos asesinado por los reformadores con alma de mercaderes”.

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Así era Consuelo Araujonoguera. De temple, sin pelos en la lengua, noble y franca en el reproche y en el elogio. Su dedicación la llevó a lograr sus objetivos y posicionar la música vallenata hasta alcanzar la más alta posición en el folclor colombiano.

Ella al lado de Alfonso López Michelsen y Rafael Escalona, puso a andar en el año 1968 el tren del Festival de la Leyenda Vallenata, dándole la forma más exacta haciendo posible que durante cuatro días “nadie se acuerde ni de la muerte” y todos en distintos escenarios aplaudan al escuchar sonar paseos, merengues, sones y puyas.

En esta secuencia de las añoranzas aparece la décima del compositor Julio César Daza. “Aquí en nuestros corazones por siempre Consuelo vive, mil bendiciones reciben al sonar los acordeones, cantan merengues y sones paseos y puyas con fervor. Cantemos el ‘Amor, amor’ en un coro celestial a la Reina del Festival con un profundo dolor”.

De igual manera, el Primer Rey de la Piqueria en el Festival de la Leyenda Vallenata, Andrés Emilio Beleño, tuvo a bien regalarle un llamativo verso. “Mujer que nos dejó tanto antes de irse para el cielo, el Festival Vallenato es un sello de Consuelo”.

La historia de Consuelo Araujonoguera, quedó fotografiada, pintada y escrita, en las páginas del libro sagrado del vallenato, donde por el poder de sus gestas nunca se borran así los años corran con la fuerza que le dan las horas, los minutos y los segundos.

Ella dejó su propio sello en todo el accionar sobre el campo del folclor, de la cultura, del periodismo y de su quehacer provinciano dando el salto a la gran capital desde donde también impuso a su Valledupar del alma. También escribió tres libros: Vallenatología, Escalona: el hombre y el mito y Lexicón del Valle de Upar.

Entre las célebres frases de ‘La Cacica’ a lo largo del arduo trabajo folclórico y cultural quedó una llena de realidad. “El vallenato de verdad no se hace. No se fabrica. No se elabora, ni siquiera, digo yo, se piensa o se diseña. El simplemente nace. Nace con fuerza como cualquier muchachito entre sollozos y pataleos después de que lo engendra el sentimiento y lo pare la inspiración”.

El último cumpleaños

En la celebración de su último cumpleaños, el primero de agosto de 2001, a la hora de la felicitación y de los comentarios que conllevaba esa fecha, Consuelo Araujonoguera agradeció el detalle. Enseguida, abrió su libreta de apuntes y leyó apartes del poema ‘¿Qué cuántos años tengo?’, de la autoría del portugués José de Sousa Saramago.

“Frecuentemente me preguntan qué cuántos años tengo… ¡Qué importa eso! Tengo la edad que quiero y siento. La edad en que puedo gritar sin miedo lo que pienso. Hacer lo que deseo, sin miedo al fracaso, o lo desconocido. Tengo la experiencia de los años vividos y la fuerza de la convicción de mis deseos.

¡Qué importa cuántos años tengo! No quiero pensar en ello. Unos dicen que ya soy vieja y otros que estoy en el apogeo. Pero no es la edad que tengo, ni lo que la gente dice, sino lo que mi corazón siente y mi cerebro dicte. Tengo los años necesarios para gritar lo que pienso, para hacer lo que quiero, para reconocer yerros viejos, rectificar caminos y atesorar éxitos”.

Al terminar de leer el poema la aplaudieron, pero hoy se llora porque ya no importan los años que tenga, sino la vida que le arrebataron sin causa justa teniendo ella todavía un largo camino por recorrer.

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Al final resuena la frase que Consuelo Araujonoguera dejó escrita y que se ha venido cumpliendo al pie de la letra a finales de cada mes de abril. “El mejor homenaje que puedo recibir cuando muera, es que no callen los acordeones y que el Festival de la Leyenda Vallenata siga siendo la mayor carta de presentación de mi amado Valledupar”.

En el mundo vallenato hoy más que nunca resuena su nombre y se escucha declamar al poeta José Atuesta Mindiola. “Consuelo madre querida de esta música inmortal, tú la hiciste universal y le entregaste la vida. Con una vela prendida buscaba tu corazón, música de acordeón con esencia vallenata y el pueblo a tí te relata como Diosa del folclor”.

De igual manera, para estar metido en la disciplina científica que se ocupa de crear programas informáticos ejecutando operaciones comparables a las realizadas por la mente humana, se acudió a la Inteligencia Artificial y esto indicó. “Consuelo Araujonoguera, destacada figura colombiana conocida por sus contribuciones al periodismo y su labor como promotora cultural, en particular de la música vallenata”. La IA tiene toda la razón, pero le faltó decir que era ‘La novia del Valle’, según lo cantó hace 24 años el recientemente fallecido compositor Wiston Muegues Baquero.

Por Juan Rincón Vanegas

@juanrinconv

Post Author: Tatiana Orozco

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