El ruido de las balas era el anticipo de lo peor. Poblaciones enteras debían esconderse migrando hacia ciudades cercanas, para que el verdugo, lista en mano, no pudiera alcanzarlos. Pero quienes no abandonaban su tierra eran sentenciados a ‘vivir’ por la eternidad en el fondo de ella, luego de ser asesinados frente a sus familias […]