Un escabroso crimen que consternó a Barranquilla en los últimos días tiene una estrecha relación con Valledupar, pues en esta ciudad dio a parar la camioneta de la víctima de este espeluznante hecho y que fue adquirida por compradores de carros robados en el conjunto residencial Quintas del Rosario, ubicado en la carrera 19D con calle 5N, al norte de la capital del Cesar, según confesó el mismo asesino.
Pero para conocer qué fue lo que ocurrió hay que trasladarse al origen de la historia contada por el mismo criminal, Jairo Medina Vega, a la Policía y que fue comentada por el comandante del Gaula en Barranquilla, mayor Diego Molina, medios de comunicación locales como Atlántico en Noticias.
Esta persona relató que a través de unos conocidos supo de la existencia de su futura víctima, Liliana Segovia Navarro, quien había comprado recientemente una camioneta Nissan Xtrail, de placa KDV – 902, y decía a los cuatro vientos que le estaba yendo bien con el negocio de las criptomonedas y tenía una cuenta de bitcoin que podía costar 15 mil dólares.
Medina tuvo contacto con Segovia y poco tiempo después logró que ella accediera a verse con él para hablarle sobre un negocio con criptomonedas. Hacia las 7:15 de la mañana del 28 de febrero las dos personas se encontraron en inmediaciones al parque del Sol, situado en la carrea 39 con calle 73.
Le puede interesar: Cesar tiene nuevo comandante de la Policía
La mujer llegó al sitio en su camioneta, descendió y se dirigió al vehículo donde la esperaba Medina, ella ingresó, charlaron, le mostró la aplicación donde tiene la cuenta de bitcoin, pero él cogió el celular y al rato comenzó a trasferirse el dinero que había. Liliana Segovia intentó quitarle el celular, pero Medina terminó cogiéndola a la fuerza por el cuello y luego la asfixió con una bolsa.
Medina dejó el cuerpo en el baúl del vehículo, el cual terminó estacionado en el parqueadero de un edificio en el barrio El Silencio. Mientras tanto, el asesino se quedó con la cartera de la víctima, dejó en cero la cuenta débito que tenía Segovia y salió de Barranquilla a bordo de la camioneta Nissan con rumbo a Valledupar.
¿La razón? Se encontraría con compradores de vehículos robados. El punto de encuentro fue el conjunto residencial Quintas del Rosario. Luego de sellar el negocio y recibir 12 millones de pesos por la camioneta se dirigió al Terminal de Transportes para subirse a un bus que lo trasladaría a Barranquilla.
Estando en la capital del Atlántico terminó el trabajo sucio. Buscó su vehículo en el parqueadero, buscó un tanque para meter el cuerpo de la víctima allí y le pidió prestado a su papá una camioneta argumentando que necesitaba transportar unos materiales. El cuerpo lo arrojó a un lado de la vía cerca del municipio Tubará.
La desaparición de Liliana Segovia y, por ende, del vehículo alertó a su familia. Precisamente, la camioneta Nissan, luego que le pusieran documentos falsos, los compradores de Valledupar se la vendieron por 25 millones de pesos a un comerciante en Barranquilla, quien al percatarse que el vehículo había sido hurtado lo puso a disposición de la Policía.
La aparición de la camioneta fue pieza clave para que se iniciara la investigación y dar con la identidad de Jairo Medina, quien al quedar en manos de la Fiscalía y la Policía confesó ser el autor del homicidio.